Hola! Antes de nada, perdón por la tardanza en publicar el post de hoy. Nos instalaron la fibra óptica ayer y hoy ha dejado de funcionar. Ya decía yo que el técnico estaba muy bueno, y no podía estar bueno y ser competente a la vez. Demasiado bonito para ser verdad.
Así estoy hoy. Soy un nubarrón.
Tengo días así. Se me nubla todo, se me tuerce y no doy una.
Así que voy a tomármelo con calma, ver lo bueno, centrarme en lo importante, bla, bla, bla.
O también podría fingir que estoy mala y pirarme a casa a dormir. Que es lo que me apetece.
Pero va a ser que no.
En fin.
Ayer fue un día de curro intenso. De 9 de la mañana a 8 de la tarde, parando 20 minutos para comer.
Un infierno.
Menos mal que estaba el entrenamiento de Running Company.
Que fue otro infierno. Pero de los que nos gustan.
Lo primero, porque estoy floja.
"Siempre estás floja" me dice Burgue en mi cabeza.
("Sal de mi cabeza!" jajaja)
Pero ayer más.
Cosas de mujeres, guiño, guiño.
Por qué pongo tantos puntos y apartes? Ni idea. Pero bueno, así se ha escrito, así se queda. Ea.
Así que cuando empezamos a subir Alfonso XII calentando yo ya iba cansada. Hay que ver.
Cuando llevábamos medio lateral del Retiro empecé a pensar "hoy si que no. Hoy no voy a poder".
Menos mal que cuando ya me iba a parar y ponerme a andar, Agus mandó parar a todos.
Un descanso de 20 segundos que me dio la vida.
Seguimos y la segunda parte se me dio un poco mejor.
(Inciso: para mi, "se me dio un poco mejor" significa simplemente que no tenía ganas de morirme, no que fuera bien. Estaba lejos de estar bien)
Hicimos un segundo parón que me dio de nuevo aire y continuamos dando la vuelta al Retiro, pasando, como no, por nuestro colega el Ángel Caído. Bajamos la cuesta hacia la puerta por donde habíamos entrado y todos pensamos: "hoy toca hacer cuestas".
Pues no. Por listas.
Seguimos corriendo fuera de la verja del Retiro, cruzamos la calle, bajamos la Cuesta del Moyano. He estado buscando alguna foto de la Cuesta donde se viera la pendiente que tiene y eso, pero no he encontrado nada decente. Así que para las que no lo conozcáis, es una calle bastante famosa de Madrid porque está llena de casetas de libreros, y tiene una pendiente bastante pronunciada.
Pues por ahí bajamos, con
miedito pensando en subirla más tarde. Cruzamos y llegamos a la estación de
Atocha, bajamos por la rampa de acceso de los taxis y llegamos a una explanada,
donde Agus y Jose se volvieron locos.
Pero locos de verdad.
Eso no era running, era
Military Training. Que si fondos, que si skipping, que si escalones, fondos de
triceps...
Lo que os decía antes, la
muerte.
Y encima cuando nos íbamos a ir apareció un loco. Un loco de los de verdad, de los que te gritan y te siguen y dicen cosas raras.
Así que subimos todos la rampa de Atocha a la velocidad de la luz.
(Otro inciso: creemos que Agus y Jose pagaron a ese hombre para que nos asustara y corriéramos más rápido. Ellos lo niegan, pero no nos fiamos.)
Después de la rampa nos esperaba el plato fuerte, habían dejado lo mejor para el final: hechos polvo como estábamos, al fondo se veía la cuesta del Moyano. Teníamos que subir lo que habíamos bajado antes.
Ay.
A puntito estuve de pararme. Pero no. Una cuesta no iba a poder conmigo. Puse el ritmo caracol, que no corre, casi se arrastra, y conseguí coronar la cima.
Yo, subiendo la cuesta del Moyano |
O lo que es lo mismo, llegar hasta arriba sin morir. Y sin dejar de correr ni un momento.
Más de cinco kilómetros, más el entrenamiento este de los marines. Yeah!
Estoy muertita, pero menos de lo que pensaba. A ver si el cuerpo se me va acostumbrando de una vez a hacer deporte.
Hoy toca salir a correr de nuevo, porque mañana tengo clase especial. Os dejo con la intriga hasta el siguiente post, así me aseguro de que me leáis. Soy así de malvada.
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