domingo, 22 de marzo de 2015

Bom-Bom-Bomberos!

Buenos días, odio los lunes.

Dicho esto, comenzamos.

34 días para la media maratón. 

Pero hoy toca hablar de bomberos.



No. De esos no.

Golosas.

Aunque bueno, algún culo mono si que hemos visto.

(me parece estar oyendo a mi amigo el mostoleño: "ya, el mío, no? "jeje)

Bueno, que me disperso.

Carrera de los Bomberos. Madrid. Puerta del Sol. Domingo, 22 de marzo, 9.30h. 

(Tengo que decir que el viernes el mostoleño y yo cumplimos con los deberes, 30 minutos de carrera suave, 4k hicimos con todo el viento en contra y lluvia, condiciones ideales)

El despertador sonó a las 6:16h. En serio, deberían hacer las carreras un poquito más tarde, o van a acabar conmigo. 

Al salir de casa lo primero que veo es una cigüeña. Eso siempre es buen augurio.

El mostoleño y yo cogimos el bus y pusimos rumbo a Sol.

A las 7:50h ya estábamos por allí, haciendo compañía a la gente de la organización de la carrera y a algunos afortunados desvergonzados que tenían pinta de no haberse ido aún a la cama. 

Ya os he dicho alguna vez que la velocidad del transporte público es inversamente proporcional a la prisa que lleves.

Ha sido la primera vez que he hecho mis cosas en un WC portátil limpio! 

A ver, estarían recién puestos, los he estrenado yo. Hasta papel había, oiga...

Total, que ahí estuvimos entretenidos viendo como ponían las vallas, hinchaban los globos de las liebres, etc. Hasta que llegaron mi mensajera favorita y otra compi estupenda con nombre de telenovela. Dejamos las mochilas en el ropero y nos fuimos a tomar  café. 

Un café solo, un vaso de agua y dos visitas al baño, y ya toca salir a intentar calentar un poco. 

En la salida nos encontramos con otra compañera, pero será visto y no visto porque es muy keniata ella :-) 

Se guardó un minuto de silencio, del que no nos enteramos, y salimos!

foto de www.republica.com

Empezamos subiendo Montera, que aunque es una cuesta ni nos enteramos, entre que había mucha gente y que nosotros íbamos calentando, hablando entre nosotros y tal, cuando nos quisimos dar cuenta estábamos enfilando Gran Vía, cuesta abajo. Genial.

Llegamos a Cibeles, saludamos a la diosa y giramos dirección Plaza de Castilla. Poco después empezó mi sufrimiento mortal.

Como siempre, los primeros kilómetros, los sufro. Pero es que aquí, después de los primeros kilómetros, venían los siguientes en cuesta. Mátame camión.

(Inciso: para poneros en situación os tengo que contar algo pelín escatológico. La explicación corta es que estoy en "esos días del mes". La explicación larga es que tengo SOP, y algunas veces me produce hemorragias muy muy fuertes, y el sábado estuve toooodo el día sin moverme del sofá porque no paraba. Peligró la carrera. Menos mal que la cosa amainó y pude correr)

Flojita como iba, y encima en cuesta, pues para qué más. Mi mensajera y mi amiga con nombre de Telenovela se habían escapado un pelín, y me quedé con mi mostoleño, que como está lesionado iba a mi ritmo (si no él se habría escapado porque tira más a keniata). Con él y gracias a él terminé la carrera. 

Tuve mis dudas en algunos momentos eh? No me veía muy capaz. 

Me asaba de calor, me quité la chaqueta y me la anudé a la cintura, me molestaba el dorsal porque lo llevaba mal sujeto y se me levantaba con el aire...

(Inciso 2: si con la carrera de Reyes aprendí que no hay que pararse hasta ver el cronómetro, en ésta he aprendido que el dorsal hay que llevarlo bien sujeto si no quieres que te de por culo problemas)

Poco a poco, temiendo que me alcanzara el coche escoba, seguí adelante. 



Tuve un rato bueno mientras pasábamos Castelar y Gregorio Marañón, pero la espera hasta que vi el Bernabéu se me hizo eterna. Y es que el Bernabéu era la señal de que la cuesta arriba se estaba acabando. 

Pero el Bernabéu llegó, tan enorme y precioso como siempre (si, soy madridista, jeje) y con él, la marca del kilómetro 5. La mitad de la carrera y 500 metros para hacer un cambio de sentido y tirar cuesta abajo. 

En el kilómetro 5 había agua, y dudé si cogerla o no. Al final la cogí más por practicar que por sed (aunque también tenía, pero me daba miedo hacerme pis!) y bebí tres sorbitos, me mojé las manos y un poco la cara porque iba asada de calor y la tiré. 

Y por fin! Llegó el cambio de sentido. Lo que me alegré de ver al señor que estaba controlando que diéramos la vuelta en el sitio correcto! 

(y se lo dije "qué ganas tenía de verle señor!" jajaja)

Me escapé un pelín de mi mostoleño, que enseguida me volvió a alcanzar, y aproveché para usarle de percha y despelotarme un poco, porque seguía asada de calor. Una vez libre de la manga larga, por fin empecé a sentirme un poco bien. Llegamos al kilómetro seis, y al siete, y todo iba genial. Iba fresquita, un poco más rápido. Me había librado del calvario.

Ja! 

Ya debería haber imaginado que no es posible librarse del calvario en cuaresma. Me tocaba sufrir un poco más. 

Por un lado, me empecé a empapar por el tema esos-días-del-mes que os contaba antes. Sensación incómoda no, lo siguiente. 

Por otro lado, tenía calambres en la tripa por el mismo motivo. 

Y para terminar de rematar, a mi gemelo izquierdo le pasaban cosas raras. Me daban como latigazos, como si fueran pequeñas descargas, y parecía que en esos momentos se me quedaba la pierna como muerta, como si no me respondiera. 

Me explico? Es que es complicado.

Quedaban dos kilómetros e iba para el arrastre. 

Menos mal que ahí estaba el mostoleño, animándome y haciéndome reir "el que llegue el último paga las cañas". 

Alcanzamos a mi mensajera, que iba ya un poco fundida (normal, qué carrerón se ha dado) y sacamos fuerzas de donde no las había, al ver a Colón señalándonos el final del camino. 

Y si, por fin, una hora y cuarto después de haber salido desde Sol, crucé el arco de meta. Ni esprintar pude apenas. No era persona. 

Felicidad. Qué sensación de victoria. Somos superhéroes! 

Agua, un plátano, estiramientos, recogida de mochila, el mostoleño pasa por el fisio, y rumbo al Nebraska de Goya, que me toca pagar los desayunos, he entrado la última del grupo, jeje.

He bajado dos minutos el tiempo de la San Silvestre, en una carrera mucho más complicada y encima estando flojita. Genial! 

Una vez en casa, no puedo dejar de pensar en la suerte que tengo con mis compis. En la San Silvestre, Supermán, en la carrera de reyes y en la de hoy, mi mostoleño, y la semana pasada mi mensajera, siempre he contado con un apoyo que me ha hecho seguir adelante y sacar fuerzas de donde no las tenía. 

Gracias Running Company por habernos juntado a este pedazo de grupo!  Qué pena me va a dar cuando se acabe! Echamos mucho de menos a los compis que no vinieron a la carrera! (culebrilla ponte buena!) 

Ahí estamos!


Ya me despido porque me pongo intensa, amigas. Mañana más, que hoy tenemos entrenamiento con RC, y os lo tengo que contar todo. Como siempre.

(Muchos saluditos a mis amigas lectoras al otro lado del charco: Argentina, México, Guatemala, Venezuela! Qué ilusión saber que me leeis desde tan lejos! Gracias!)



























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